Posts Tagged ‘Cuerpo’

La dieta mediterránea, ideal para no ganar peso

Gene Emery, Reuters Health. Nueva York, 5 de octubre de 2012.

Los trabajadores que en un estudio se adhirieron a la dieta mediterránea durante dos años tendieron a recuperar menos peso perdido que los voluntarios con una dieta reducida en grasa o carbohidratos.

Además, el primer grupo obtuvo la mayor reducción del colesterol, aunque la diferencia entre los dos grupos no siempre fue tan evidente.

Los resultados, publicados en The New England Journal of Medicine, sugieren que los programas alimentarios que se promueven en el lugar de trabajo pueden tener efectos duraderos, en especial cuando se utiliza la dieta mediterránea o reducida en carbohidratos. (más…)

La salud del viajero

A continuación se incluyen algunos consejos para que se mantenga saludable cuando viaja a otros países:

Antes de viajar

• Planifique el viaje con tiempo. Consulte a su médico al menos 6 semanas antes de partir. Algunas vacunas sólo alcanzan la máxima protección unas 6 semanas después de su aplicación.

• Hágase chequeos médicos y dentales antes de viajar, para saber qué problemas puede tener y averiguar qué medicamentos debe llevar.

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Medicina y eutanasia

«Estimo ser oficio del médico no sólo restaurar la salud, sino mitigar el dolor y los sufrimientos, y no sólo cuando esa mitigación pueda conducir a la recuperación, sino cuando pueda lograrse con ella un tránsito suave y fácil; pues no es pequeña bendición esa “eutanasia” que César Augusto deseaba para sí, y que fue especialmente notada en la muerte de Antonino Pío, que fue a modo y semejanza de un adormecimiento dulce y placentero. Mas los médicos, al contrario, tienen casi por ley y religión el seguir con el paciente después de desahuciado, mientras que, a mi juicio, debieran a la vez estudiar el modo, y poner los medios, de facilitar y aliviar los dolores y agonías de la muerte».

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He pasado revista a la filosofía natural y sus deficiencias; en lo cual me he apartado de las doctrinas antiguas y actualmente establecidas, y por ellos suscitaré contradictores; por mi parte, así como no hago gala de disentir, así me propongo no contender.

Si morir es dormir, ¿por qué convertimos un dulce sueño en una pesadilla?

La composición variable del cuerpo humano lo ha constituido como un instrumento que fácilmente se desafina; y por eso los poetas hicieron bien en unir la música y la medicina en Apolo, porque el oficio de la medicina no es otro que el de afinar esa arpa extraña que es el cuerpo humano y llevarla a la armonía.

SABIDURÍA O NECEDAD, ¿DA LO MISMO?

Ahora bien, del ser tan variable el objeto se ha seguido que el arte fuera más conjetural; y el arte, al ser conjetural, ha dejado tanto mayor espacio a la impostura. Y por eso muchas veces al impostor se le premia, y al hombre de talento se le critica. Más aún, vemos que la debilidad y la credulidad de los hombres son tales que a menudo prefieren un charlatán o hechicero a un médico instruido. (más…)

La medicalización de la vida

«El bienestar moral del paciente, la impresión que siente de ser escuchado y tomado en serio, o, por el contrario, de ser rechazado, son dimensiones de su sentimiento de seguridad tan importantes como el bienestar físico. ¿Y qué es lo que necesita el paciente para sentirse reconfortado? ¿Mucha ciencia? ¿No siente más bien la necesidad de poderse expresar, de hacer partícipe a alguien de sus problemas, de su ansiedad? ¿No siente la necesidad de que le escuchen y le traten como a un ser humano, y no como a un cliente o, peor aún, como un portador de órganos enfermos? ¿Qué le falta, pues, al médico para responder a estos deseos de su paciente? Sin duda, una cierta aptitud para las relaciones humanas; pero, por encima de todo: tiempo, tiempo para conversar con su enfermo y, sobre todo, tiempo para escucharle. Se trata de devolver al médico el papel psico-socio-educativo, que ha perdido actualmente y que está un poco desvalorizado, conservándole, al mismo tiempo, su papel técnico. Pero cambiar la sociedad, volverla más juiciosa, no quiere decir en absoluto intervenir en la vida de los individuos, obligándoles a comportarse de una manera contraria a sus deseos, sino cambiar las reglas de juego de la sociedad. Y ¿qué hacen los médicos en este aspecto? Al parecer, muy poca cosa».

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El bienestar moral del paciente, la impresión que siente de ser escuchado y tomado en serio, o, por el contrario, de ser rechazado, son dimensiones de su sentimiento de seguridad tan importantes como el bienestar físico.

Si hay interdependencia entre la tranquilidad moral y la comodidad física, y el hecho de actuar sobre el primero nos lleva a mejorar el segundo, es algo por lo que debemos felicitarnos, pero no es una razón para tratar al primero como un simple “medio”, sino que se debe considerar como un “fin” en sí mismo.

LA RELACIÓN ENTRE EL MÉDICO Y EL PACIENTE

¿Y qué es lo que necesita el paciente para sentirse reconfortado? ¿Mucha ciencia? ¿No siente más bien la necesidad de poderse expresar, de hacer partícipe a alguien de sus problemas, de su ansiedad? ¿No siente la necesidad de que le escuchen y le traten como a un ser humano, y no como a un cliente o, peor aún, como un portador de órganos enfermos? ¿Qué le falta, pues, al médico para responder a estos deseos de su paciente?

El paciente ¿no necesita ante todo ser escuchado y tratado como un ser humano, en vez de como un cliente o un portador de órganos enfermos?

Sin duda, una cierta aptitud para las relaciones humanas, que puede, quizás, adquirir por medio de una formación (no en forma de una enseñanza magistral, sino con casos concretos, “trabajos prácticos” sobre el terreno). Pero, por encima de todo, lo que le hace falta al médico es precisamente aquello de que dispone en menor cantidad: tiempo, tiempo para conversar con su enfermo y, sobre todo, tiempo para escucharle.

Se trata de hacerse cargo del problema que plantea el paciente de manera global, respetando la unidad de la persona, por lo que se debe ofrecer al enfermo una competencia técnica así como una disponibilidad de escucha y de atención. Esta misma preocupación de síntesis impone, por otra parte, que la acción puramente curativa vuelva a su justo lugar y no disociarla en prevención, terapéutica, vigilancia, rehabilitación, etc. (más…)

Salud, bienestar y alienación

«El tipo de cambio que preconizamos para la sanidad se caracteriza por una cierta desmedicalización a nivel de las relaciones médico-enfermo, siendo la petición de ayuda del paciente recibida como tal. Pero esta desmedicalización sólo puede obtener un éxito duradero, si se extiende más allá de las instituciones, hasta las mentalidades y las actitudes colectivas. Nuestra sociedad es patógena porque las condiciones de vida que crea la sociedad industrial son nocivas para la salud de los hombres. Pero lo es también de manera más sutil porque coloca la frontera entre lo normal y lo patológico -cuya naturaleza es esencialmente social y cultural- a un nivel que deja la parte más importante a la patología y a lo que depende del médico. Lo que hay que cambiar es el lugar que ocupa el médico en la sociedad y sus actitudes ante el enfermo, la enfermedad y la muerte. La salud a cualquier precio, incluso al precio de una institucionalización más alienante, quizá, que la propia enfermedad, es un objetivo decadente. No es posible pensar que una sociedad consciente y responsable pueda desentenderse de toda decisión y dejarla en manos de los profesionales, por muy competentes que sean».

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El tipo de cambio que preconizamos para la sanidad se caracteriza por una cierta desmedicalización a nivel de las relaciones médico-enfermo, siendo la petición de ayuda del paciente recibida como tal; desmedicalización a nivel colectivo, porque la política sanitaria aporta variantes que el sistema médico actual ignora.

Pero esta desmedicalización sólo puede obtener un éxito duradero, si se extiende más allá de las instituciones, hasta las mentalidades y las actitudes colectivas. Lo que hay que cambiar es el lugar que ocupa el médico en la sociedad y sus actitudes ante el enfermo, la enfermedad y la muerte.

LA SALUD, UN VALOR SOCIAL Y UNA EXIGENCIA

Nuestra sociedad es patógena, hemos dicho, y es cierto porque las condiciones de vida que crea la sociedad industrial son nocivas para la salud de los hombres. Pero lo es también de manera más sutil porque coloca la frontera entre lo normal y lo patológico -cuya naturaleza es esencialmente social y cultural- a un nivel que deja la parte más importante a la patología y a lo que depende del médico.

Diferentes factores concurren para obtener este resultado. En primer lugar, el hecho de que la salud sea considerada como un valor social: la salud es una exigencia. (más…)

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