ASPECTOS ÉTICO-LEGALES DE LA MEDICINA AERONÁUTICA

JESÚS NAVA/Palma de Mallorca/Comunicación SEMA/18 de noviembre de 2010.

En noviembre de este año, presenté una Comunicación Libre en el Simposium de la Sociedad Española de Medicina Aerospacial (SEMA), celebrado en Palma de Mallorca, sobre «ASPECTOS ÉTICO-LEGALES DE LA MEDICINA AERONÁUTICA».

Mi intención era provocar un debate reflexivo, entre los médicos examinadores allí presentes, sobre dos asuntos distintos, aunque no distantes, que me vienen preocupando desde hace años y nunca he visto abordados en nuestros simposios de Medicina Aeronáutica: el funcionamiento de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea española (AESA) -entidad integrada en la Dirección General de Aviación Civil y el Ministerio de Fomento- y, sobre todo, el contenido y el espíritu de la normativa médica JAR-FCL 3, vigente en todos los países europeos integrados en las Joint Aviation Authorities (JAA). Más »

Nueva negligencia de la AESA

Jesús Nava, Médico Examinador Aéreo. A Coruña, 18 de agosto de 2010.

Habiendo recibido en nuestra Clínica Aeromédica varias peticiones, desde diversos puntos de España, para obtener un Certificado Médico de clase 3 inicial (para controladores aéreos), con vistas a matricularse en la Universidad Camilo José Cela de Madrid, deseamos informar a los candidatos (ya que al parecer nadie lo ha hecho hasta este momento) de lo siguiente:

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A/H1N1: WISCONSIN, OHIO, ARAGÓN ANTES QUE MÉXICO

“Las teorías de la conspiración gubernamental o de la salvación del mundo desde México, en relación con la aparición del virus A/H1N1, coinciden en su ignorancia frente a un fenómeno del cual mucho desconocemos. Si queremos construir una política de Estado en materia de salud, nuestros gobernantes y políticos deben asumir con humildad una actitud respetuosa frente a los retos gigantescos que nos plantea la nueva realidad nacional e internacional. Sin embargo, esta crisis de nuevo ha servido para saber que somos parte de un pueblo hermoso, solidario y compañero, que nada tiene que ver con la fantochería de su mediocre clase gobernante”. Más »

Dictadura burocrática

«Hay que ver en qué dictadura burocrática vivimos cuando nadie se atreve a dar su nombre para denunciar a la Administración, a menos que sea jubilado. Pero yo lo he dado. Y le aseguro que mi guerra contra la burocracia no ha hecho más que empezar. Pero eso a usted, ingeniero del Estado, que cobrará religiosamente su «mísero» sueldo de funcionario cada mes, le importa poco. Como le importan poco a usted, y al resto de funcionarios de la DGAC, las molestias y gastos que les supone a los pilotos comerciales y sus compañías, así como a los controladores y a AENA, el tener que desplazarse desde Galicia a Madrid. Y comprenderá, además, que si mi protesta ante la opinión pública fuera susceptible de denuncia en una comisaría o un juzgado, no dude de que ya lo habría hecho. Pero la ineptitud irresponsable de los funcionarios, ante los contribuyentes que los mantienen con sus impuestos, aún no es, por desgracia, delito. ¿Se imagina usted la celeridad con que obrarían todos si lo fuera?» Más »

Funcionarios: la aristocracia de la nueva sociedad

«Estoy seguro de que todos son conscientes de que hemos dado con un hueso duro de roer. Porque, aparte de la corrupción política del sistema por arriba, nos enfrentamos, por abajo, con funcionarios administrativos, casi siempre aburguesados, pero que constituyen, como diría el genial Tocqueville, «la aristocracia de la nueva sociedad». En una Administración centralista, un jefe de sección tiene hoy más poder que un noble en la época feudal. Y Bruselas empieza a mandar más que un monarca absoluto antes de la revolución francesa. Ojo al dato. Pero bueno, ¿qué sería de nuestra dignidad si, como hacen casi todos los españoles, más por costumbre que por voluntad, nos achantáramos siempre ante el despotismo y la arbitrariedad, sean políticos o administrativos?»

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Estado sin conciencia, funcionarios sin corazón

«¿Qué pasa en la Dirección General de Aviación Civil? Tal vez nada nuevo. Puede que los problemas sean debidos únicamente a la proverbial lentitud y torpeza de la burocracia española. Pero si bien no se puede censurar a una tortuga que sea perezosa, pues está en su naturaleza serlo, sí se puede censurar y denunciar a una Administración que podría ser, por lo menos, tan competente y diligente como las de otros países europeos. La Administración lenta es injusta; la centralista, despótica; y la que, además, pretende institucionalizar su incompetencia, inmoral. No hace falta ser médico para saber que el Estado no tiene conciencia, pero hay que meterse en las tripas de su burocracia para descubrir que algunos funcionarios ni siquiera tienen corazón.»

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