«Hay que ver en qué dictadura burocrática vivimos cuando nadie se atreve a dar su nombre para denunciar a la Administración, a menos que sea jubilado. Pero yo lo he dado. Y le aseguro que mi guerra contra la burocracia no ha hecho más que empezar. Pero eso a usted, ingeniero del Estado, que cobrará religiosamente su «mísero» sueldo de funcionario cada mes, le importa poco. Como le importan poco a usted, y al resto de funcionarios de la DGAC, las molestias y gastos que les supone a los pilotos comerciales y sus compañías, así como a los controladores y a AENA, el tener que desplazarse desde Galicia a Madrid. Y comprenderá, además, que si mi protesta ante la opinión pública fuera susceptible de denuncia en una comisaría o un juzgado, no dude de que ya lo habría hecho. Pero la ineptitud irresponsable de los funcionarios, ante los contribuyentes que los mantienen con sus impuestos, aún no es, por desgracia, delito. ¿Se imagina usted la celeridad con que obrarían todos si lo fuera?»
Gracias, Hurricane, por su apoyo. Efectivamente, toda la cuestión se reduce a esto: una cuestión de plazos. Y es tan fácil nuestra renovación que, más que inverosímil, resulta escandaloso que la Administración se reserve, por Orden Ministerial, tres meses para una gestión que no debería llevar más de tres días. Es más, para una autorización médica inicial, es decir, para empezar a hacer chequeos aeronáuticos, ¡asómbrese!, se reserva NUEVE.
Sí, señor «ingeniero ocupa», dos o tres días de antelación para renovar una licencia (ese plazo que a usted ni se le pasa por la cabeza que se pueda dar en España) es el tiempo que se maneja en otros países de Europa, cuando no unos minutos, como es el caso de Irlanda. ¿Comprende usted por qué Ryanair pide a todos sus pilotos españoles que tengan licencia irlandesa? ¿Comprende por qué un piloto comercial y la compañía belga para la que trabaja estén pensando en denunciar a la DGAC española por INEPTA E INCOMPETENTE, al tardar tres meses en efectuar los trámites que en Bruselas llevan tres días?
Pero no quiero seguir ocupándome de mi asunto particular. Día antes, día después, me llegará la autorización. Habré pasado más de un mes sin trabajar, con gastos y sin ingresos, porque soy autónomo. Pero eso a usted, ingeniero del Estado (no sabe la pena que me da su sacrificio por la patria), que cobrará religiosamente su «mísero» sueldo de funcionario cada mes, le importa poco. Como le importan poco a usted y al resto de funcionarios de la DGAC -pero aún así se lo voy a decir-, las molestias y gastos que les supone a los pilotos comerciales y sus compañías, así como a los controladores y a AENA, el tener que desplazarse desde Galicia a Madrid para hacer los reconocimientos que, desde hace tres años, venían pasando en mi Clínica, la única autorizada para clases 1 y 3 en todo el Noroeste.
Además, parece que no entiende lo que ha pasado (aunque lo han entendido todos los intervinientes en este debate, excepto usted): envié a la AMS, tres semanas antes de su caducidad, lo único que hay que mandar: carta solicitando la renovación y justificantes de pago de tasas y de las veinte horas de refresco que debemos aportar cada tres años. ¿Cuánto tiempo le lleva a la Administración preparar un dossier así y presentarlo para su firma?
Y como veo que ironiza usted, le diré que llevo 12 años renovando con el Ministerio y NUNCA se exigió el plazo de los tres meses, ni siquiera desde la Orden Ministerial de 2003. Con unos días o semanas bastaba y sobraba. Y, como es natural, si alguno se descuidaba, se prorrogaba AUTOMÁTICAMENTE la autorización hasta que recibiera la nueva. ¿Concibe usted que a un médico de la Seguridad Social, un Centro de Salud o un Hospital se le impidiera seguir trabajando por un problema burocrático de plazos?
Comprenda, por favor, otra cosa. Que si mi protesta ante la opinión pública fuera susceptible de denuncia en una comisaría o un juzgado, no dude de que ya lo habría hecho. Pero la ineptitud irresponsable de los funcionarios, ante los contribuyentes que los mantienen con sus impuestos, aún no es, por desgracia, delito. ¿Se imagina la celeridad con que obrarían todos si lo fuera?
Por último, yo he negado que ustedes, los ingenieros del Ministerio, tuvieran algo que ver con mi renovación. Otros debatientes en este foro han denunciado su incompetencia, pero no yo. Y tiene su mérito. Porque hay que ver bajo qué dictadura burocrática vivimos cuando nadie se atreve a dar su nombre para denunciar a la Administración, a menos que sea jubilado. Pero yo lo he dado, joven ingeniero. Y le aseguro que mi guerra contra la burocracia no ha hecho más que empezar.
Respecto a lo que quise decir sobre los exámenes médicos, me explicaré otro día. No ha comprendido usted nada. Tal vez porque no sabe de lo que habla. ¿Hacemos un trato? Yo no le diré cómo se diseña un avión y usted, a cambio, no me dirá cómo se realiza un reconocimiento aeronáutico, ni cuándo un piloto es seguro desde el punto de vista médico.
Mi opinión al respecto me la reservo para debatirla con mis colegas, incluyendo los del Ministerio, y para compartirla con los candidatos a obtener un Certificado Médico, que son los afectados por la arbitrariedad de una normativa, en muchos casos, absurda. ¿De acuerdo?
Un saludo.
Comentario publicado en AVIACIÓN DIGITAL («Estado sin conciencia y funcionarios sin corazón»).