Archivado en marzo 17th, 2012

Medicina y eutanasia

«Estimo ser oficio del médico no sólo restaurar la salud, sino mitigar el dolor y los sufrimientos, y no sólo cuando esa mitigación pueda conducir a la recuperación, sino cuando pueda lograrse con ella un tránsito suave y fácil; pues no es pequeña bendición esa “eutanasia” que César Augusto deseaba para sí, y que fue especialmente notada en la muerte de Antonino Pío, que fue a modo y semejanza de un adormecimiento dulce y placentero. Mas los médicos, al contrario, tienen casi por ley y religión el seguir con el paciente después de desahuciado, mientras que, a mi juicio, debieran a la vez estudiar el modo, y poner los medios, de facilitar y aliviar los dolores y agonías de la muerte».

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He pasado revista a la filosofía natural y sus deficiencias; en lo cual me he apartado de las doctrinas antiguas y actualmente establecidas, y por ellos suscitaré contradictores; por mi parte, así como no hago gala de disentir, así me propongo no contender.

Si morir es dormir, ¿por qué convertimos un dulce sueño en una pesadilla?

La composición variable del cuerpo humano lo ha constituido como un instrumento que fácilmente se desafina; y por eso los poetas hicieron bien en unir la música y la medicina en Apolo, porque el oficio de la medicina no es otro que el de afinar esa arpa extraña que es el cuerpo humano y llevarla a la armonía.

SABIDURÍA O NECEDAD, ¿DA LO MISMO?

Ahora bien, del ser tan variable el objeto se ha seguido que el arte fuera más conjetural; y el arte, al ser conjetural, ha dejado tanto mayor espacio a la impostura. Y por eso muchas veces al impostor se le premia, y al hombre de talento se le critica. Más aún, vemos que la debilidad y la credulidad de los hombres son tales que a menudo prefieren un charlatán o hechicero a un médico instruido. (más…)

Fármacos de paz

«La adormidera, desde siempre símbolo del sueño y el olvido, tiene además la propiedad de estirar el tiempo casi hasta el infinito; no el tiempo de los relojes, sino el que es enteramente posesión del hombre, a la vez presente y ausente. Es el mayor de los lujos: tener un tiempo propio.» E. Jünger, Acercamientos.

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Los padecimientos tienen mil orígenes e intensidades. Pueden ser un leve dolor de cabeza constante y un cólico nefrítico agudo, cuando no la pérdida de alguien muy querido, un descontento consigo mismo, el trauma de sufrir una intervención quirúrgica o la premonición de una muerte próxima. Sería ridículo hacer frente a distintas fuentes e intensidades de padecimiento con los mismos recursos, y por eso los humanos han ido inventando remedios adaptados a cada condición.

MIENTRAS NO PODAMOS PONER REMEDIO A LOS DOLORES Y SUFRIMIENTOS INSOPORTABLES, LOS NARCÓTICOS NOS PERMITEN RECOBRAR FUERZAS AL MANTENERNOS ADORMECIDOS O SEDADOS

La diferencia antes apuntada entre dolor y sufrimiento (duele más un martillazo en la yema de un dedo que su amputación de un hachazo, aunque cause incomparablemente menos sufrimiento) no significa tampoco que sean cosas unívocas o monolíticas. Si me está torturando una muela empleo un analgésico hasta acudir al dentista, y si él extrae la pieza en cuestión no emplea ese analgésico sino otro muy distinto, que se denomina analgésico local, pues el dolor que provoca la infección no es comparable al que provoca la extracción.

Para empezar, ciertos dolores y sufrimientos vienen de dentro, mientras otros vienen claramente de fuera; los hay crónicos y ocasionales, soportables con algo de entereza y absolutamente insoportables, morales y orgánicos, vergonzosos y dignos, previsibles e imprevisibles. (más…)

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