Archivado en marzo 10th, 2012

El problema de nuestro tiempo

«El alma es el problema de nuestro tiempo. Lo psicológico ha adquirido un poder de atracción verdaderamente asombroso. Eso explica la sorprendente difusión mundial del llamado psicoanálisis, sólo comparable al éxito de la Ciencia Cristiana, la teosofía o la antroposofía; y no sólo por el éxito, sino también por su esencia, ya que el dogmatismo de Freud está en el fondo muy próximo al carácter de convicción religiosa de la Ciencia Cristiana y la antroposofía. Como grandes sistemas de salvación, las religiones son una curación para los padecimientos del alma. Las neurosis y enfermedades similares se originan sin excepción en complicaciones anímicas. Los incontables elementos patológicos de la población constituyen uno de los factores más poderosos de la tendencia psicológica de nuestro tiempo. También hay personas serias e inquietas, lo bastante sensatas como para estar suficientemente convencidas de que el alma que cada cual lleva consigo en el lugar originario de toda aflicción anímica y, al mismo tiempo, la cuna natal de toda verdad salvadora anunciada alguna vez como buena noticia al hombre sufriente. Del alma, que nos procura los conflictos más disparatados, esperamos también la solución, por lo menos una contestación válida al «¿por qué?» que ciegamente nos aflige.»

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Probablemente sea aún totalmente imposible bosquejar hoy un cuadro general y, por lo tanto, auténtico, de aquello que comúnmente circula con el muy calumniado nombre de «psicoanálisis». El profano entiende usualmente por «psicoanálisis», una descomposición médica del alma con objeto de descubrir causas y conexiones ocultas, pero esto sólo afecta a una pequeña parte del fenómeno en cuestión. Ni siquiera considerarlo en sentido más amplio -de acuerdo con la concepción de Freud– como instrumento fundamentalmente médico para curar las neurosis agota la esencia del objeto.

EL PSICOANÁLISIS NO ES SÓLO UN ESFUERZO CIENTÍFICO, SINO SOBRE TODO UN SIGNIFICATIVO SÍNTOMA PSÍQUICO DE FREUD

El psicoanálisis, sobre todo en el estricto sentido freudiano, no es sólo un método terapéutico, sino también una teoría psicológica que no se limita en absoluto a las neurosis y a la psicopatología general, sino que trata también de incorporar a su dominio el fenómeno normal de los sueños y, más allá, el extenso ámbito de las ciencias del espíritu: la literatura, las artes plásticas en general, la biografía, la mitología, el folklore, la ciencia comparada de las religiones y la filosofía.

La cabeza estalla, por Dalí.

Caso infrecuente en la historia de la ciencia -aunque eso forme parte del peculiar carácter de la corriente intelectual «psicoanalítica»-, Freud, el creador del psicoanálisis en sentido estricto, insiste en identificar el método con su teoría sexual, imprimiéndole un carácter dogmático. Esta declaración de infalibilidad «científica» provocó en su día mi ruptura con Freud, pues dogma y ciencia son para mí magnitudes inconmensurables que se dañan recíprocamente al fusionarse.

El dogma religioso es de valor inestimable precisamente por su punto de vista absoluto. Pero la ciencia, si prescinde de la crítica y del escepticismo, degenera en una planta de invernadero enfermiza. La ciencia requiere la máxima inseguridad como uno de sus elementos vitales, precisamente allí donde nuestra inclinación al dogma, y con él a la intolerancia y al fanatismo, clausura una duda probablemente muy justificada, eliminándose con argumentaciones una inseguridad demasiado fundada. (más…)

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