Congreso SEC 2012. Sevilla, 20 de octubre de 2012.- Durante la celebración del XLVIII Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares SEC 2012, el tabaco ha tenido presencia en algunas de las sesiones, ya que es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular y el único completamente prevenible.
Concretamente, el tabaco es la causa de una de cada siete muertes que se producen en España en mayores de 35 años (una de cada cuatro en el caso de los hombres) y el responsable de la aparición de más de 25 enfermedades distintas, entre ellas varias de origen cardiovascular, como es el caso, por ejemplo, de la cardiopatía isquémica y del ictus. Uno de cada dos fumadores fallece a causa del tabaco o debido a alguna enfermedad originada en relación con su consumo.
El abordaje del tabaquismo debe ser multidisciplinar, pues está implicado en el desarrollo de muchas enfermedades
Con el fin de abordar el tabaquismo desde una perspectiva multidisciplinar y desde la atención clínica, se ha elaborado un documento de consenso, promovido por el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo, en el que han participado más de 30 entidades y sociedades científicas, entre ellas la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Dicho plan se ha presentado en el Congreso y en él se muestra la importancia de que el especialista o el médico de Atención Primaria identifique siempre a un fumador cuando se dirija a una consulta, sea este o no el motivo de su visita, y de que siempre se le asesore para dejar de fumar.
Según la Dra. Regina Dalmau, cardióloga de la Unidad de Rehabilitación Cardíaca del Hospital La Paz, de Madrid, y representante de la SEC en el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, que ha participado en la ponencia “Seguimiento: cada cuánto tiempo, qué hacer con las recaídas, cuándo dar el alta”, “el abordaje del tabaco debe ser multidisciplinar, pues su consumo está implicado en el desarrollo de muchas enfermedades. En concreto, los cardiólogos no estamos concienciados y tendemos a ocuparnos poco de este tema, especialmente por falta de formación o porque consideramos que no forma parte de nuestra especialidad, pero es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular y el principal motivo por el que la enfermedad cardiovascular está aumentando en las mujeres”.
Según la Dra. Dalmau, iniciativas como el “Documento de Consenso para la Atención Clínica al Tabaquismo en España” son sumamente útiles “para establecer unas pautas comunes entre todos los facultativos para identificar a un fumador y conseguir que deje de fumar. En caso de que este sufra una recaída, algo bastante frecuente, se le debe hacer ver que no es un fracaso, sino que forma parte de un proceso y siempre se puede volver a intentar. Aumentar la motivación de los pacientes a la hora de afrontar el cese y ofrecer algún tipo de seguimiento a los que han iniciado un intento es fundamental”.
En este sentido, para la Dra. Dalmau, “nunca hay que dejar de intentarlo, pues siempre hay buenos motivos para hacerlo. Por ejemplo, si un fumador abandona el tabaco antes de los 45 años de edad, su pronóstico vital se iguala prácticamente al de aquellos que nunca han fumado. El aumento de complicaciones cardiovasculares asociado al tabaquismo desaparece casi por completo a los cinco años del cese tabáquico”.
El consumo de tabaco disminuye en los hombres, pero aumenta levemente en adolescentes y en mujeres
Según las últimas cifras oficiales, en España fuma el 26,2% de la población. Alrededor del 80% se inició en la adolescencia, por lo que las campañas de prevención dirigidas a los jóvenes son de gran relevancia. La cifra de consumo de tabaco en España, aunque globalmente ha ido descendiendo en los últimos años, es todavía muy elevada, especialmente si la comparamos con otros países, como Estados Unidos, donde la cifra no supera el 20%, o con algunos estados dentro de Estados Unidos, como California, donde no llega al 12%, donde ya hace años que se han instaurado importantes políticas de prevención del tabaquismo. Asimismo, también es destacable que el descenso se produce especialmente en hombres y en personas que tienen un nivel socioeconómico alto, debido a su mayor acceso a la información y a los tratamientos.
Según el secretario del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, el Dr. Francisco Camarelles, que ha participado en la sesión “Primera consulta: valoración del grado de adicción, cuestionarios, decisión de tratamientos”, las políticas de prevención que se están aplicando están empezando a dar sus frutos y se calcula que, a los largo de 2011, ha descendido la venta de tabaco en 500 millones de paquetes y cerca de 800.000 personas han dejado de fumar.
Para el Dr. Camarelles, “en esta reducción han influido directamente medidas como la prohibición de fumar en el trabajo o en lugares públicos o la prohibición del tabaco en la publicidad. Aún así, todavía tenemos pendiente la subida del precio del tabaco, que es fundamental, o la puesta en marcha de otras iniciativas como el ‘plain packaging’, una medida que ya se está aplicando en Australia y que consiste en el etiquetado homogéneo de las cajetillas de tabaco, independientemente de su marca, con el fin de que no resulten atractivas, especialmente para los jóvenes”.
Por qué cuesta tanto dejar de fumar y cómo conseguirlo
Para el Dr. Camarelles el papel del ámbito sanitario en el abandono del tabaco es muy importante y pasa por identificar a los fumadores entre todos aquellos pacientes que se dirijan a una consulta. En este sentido, cabe destacar que, aproximadamente, el 70% de la población acude al menos una vez al año a su médico de familia y que las personas que fuman, debido a las complicaciones originadas por el tabaco, lo realizan con mayor frecuencia que las que no fuman. Una vez identificado el paciente fumador, se le debe preguntar por si desea o no dejar de fumar.
Según el Dr. Camarelles, en función de si el paciente desea o no dejar de fumar, debe abordarse una estrategia diferente. “En aquel que no lo desea, el facultativo debe realizarle una entrevista motivacional basada en tres conceptos: la importancia que tiene para el paciente dejar de fumar, la confianza que tendría en conseguirlo y la disponibilidad, es decir, si para él es un buen momento para dejarlo. A partir de estos tres conceptos, el médico deberá ir trazando técnicas específicas para cada paciente con el fin de aumentar su motivación y para convencerle de los beneficios de dejarlo”, comenta el Dr. Camarelles.
Para aquellos que ya están decididos a abandonar el tabaco, el facultativo debe hacerle ser consciente de que el tabaco conlleva una triple dependencia: “Física, como es la adicción a la nicotina, mayor que la que producen otras sustancias como la cocaína o la heroína; psicológica, ya que fumar se asocia por el fumador a un momento de bienestar, de relajación o a un mayor número de cosas cuanto más fumas, y social, ya que para el fumador aporta un valor de relación con los demás y de integración en un entorno social”, explica el Dr. Camarelles. “A partir de ahí”, añade, “en función de cada paciente se le deben proporcionar unas pautas conductuales que le ayuden a modificar su conducta en torno al tabaco y recomendarle un tratamiento farmacológico que le ayudará a superar la abstinencia, que es especialmente duro la primera semana y el principal motivo por el que el fumador recae”.
Sobre la importancia de que el médico realice un seguimiento y de que el paciente siga un tratamiento, el Dr. Camarelles lo considera indispensable, ya que “solo un 3% de los fumadores que intentan dejar de fumar por su cuenta lo logran, mientras que en aquellos que siguen un tratamiento el porcentaje de éxito se triplica y ronda el 30% o el 35%”.
En este sentido, otra cifra que aporta la Dra. Dalmau sobre la incidencia del tabaco es también reveladora en este sentido: “apenas el 50% de aquellos que sufren un infarto, a pesar de haber padecido un episodio cardiovascular de semejante magnitud, son capaces de consolidar el cese tabáquico sin ayuda”.
El coste de fumar
Además de ser uno de los principales factores de riesgo cardiovascular, se calcula que un fumador pierde una media de diez años de su vida y otros tantos en años de vida saludable.
A través de la reducción de la mortalidad y de la morbilidad en las personas fumadoras, se conseguiría reducir el gasto en asistencia sanitaria, medicamentos o subsidios por enfermedad o discapacidad. Dichas pérdidas suponen un coste económico a lo largo del ciclo vital de un fumador estándar superior a 100.000 euros. Según el Dr. Camarelles, “todo el tiempo que los profesionales sanitarios invertimos en ayudar a dejar de fumar es coste-efectivo”.